«Ese hombre si camina», aquel viejo y popular eslogan político es hoy aplicable a cualquier venezolano de nuestras zonas populares. No es precisamente porque esté aspirando a ningún cargo de elección. La verdad es que la gente en este país camina muchísimo y pasan incontables penurias antes las deficiencias del transporte público urbano y el alto costo que este supone para el menguado bolsillo de nuestros trabajadores.
Hoy no nos resulta para nada sorprendente ver a ciudadanos caminando largos trechos por las principales autopistas de la ciudad capital. En el caso de pueblos y caseríos, hacen lo propio a orilla de carretera, ante la imposibilidad real de saldar pasajes con el dinero que obligatoriamente deben preservar para llevar el pan a sus hogares. Una verdadera tragedia.
Este tema que nos preocupa considerablemente tiene dos graves aristas: En el caso de los empleados públicos, saldar un pasaje de ida y vuelta diaria (suponiendo que solo tengan que tomar un autobús para llegar a sus puestos de trabajo) prácticamente supone que estos le paguen al Estado por trasladarse a cumplir sus funciones.
En el otro frente, tenemos a transportistas en una precaria situación frente al poco ingreso que suponen hoy para ellos el costo del pasaje si lo comparamos con el mantenimiento de las unidades. Es decir, o trabajan para sostener su hogares o sencillamente cumplen con su rol para comprar cauchos, repuestos y lubricantes para las busetas.
Escasez y restricciones para el acceso al combustible; el alto costo de los repuestos de los vehículos y la falta de créditos bancarios para poder renovar la flota de unidades son algunos de los obstáculos que han tenido que sortear estos últimos dos lustros los transportistas de Venezuela.
Pasajes dolarizados
Todo esto que hemos descrito se mantiene a pesar del «ligero aumento» del pasaje aprobado en Gaceta Oficial Nº 42.583, el pasado 7 de marzo, donde por orden del Ejecutivo Nacional se ubica el pasaje mínimo urbano, empleado en rutas cortas, en seis bolívares (equivalente a un cuarto de dólar, según la tasa de cambio oficial).
El pasaje máximo, empleado en rutas largas, quedó fijado en siete bolívares (0,29 dólares, según lo establecido por el Banco Central de Venezuela). El pasaje suburbano estará fijado en diez bolívares (0,41 dólares al cambio).
Esto me recuerda a una madre de los Valles del Tuy que un día con los ojos aguados me dijo que o mandaba al hijo al colegio o utilizaba el autobús ella. Mi corazón quedó triste y desolada cuando aquella buena mujer dijo que era un lujo que ambos no podían darse.
En Venezuela, según estudios especializados, 60% de nuestros adultos han perdido importante masa muscular. Imaginemos por un momento un obrero del estado caluroso estado Zulia, o una empleada pública que hace vida en Guarenas y trabaja en Caracas. Son muchas las penurias que debe atravesar para llegar de un lado a otro.
Una situación compleja
Las dificultades del sector no son noticia nueva. Debemos recordar que para el año 2019 cerca de 80% del transporte público estuvo paralizado. Fue exactamente cuando vimos camiones sin ningún tipo de seguridad siendo utilizados como medios de transporte, las famosas «perreras».
Esta crítica situación es una tarea que continúa sin resolverse por parte del gobierno de turno. Pues muchas promesas se discuten sobre la mesa con el gremio y el afectado final es el usuario, quienes por necesidad están obligados a usar una prestación que desmejora su calidad de vida.
griseldareyes@gmail.com
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