Quizás como nunca hemos dejado atrás el pasado sin que exista un presente atrayente. La ausencia de verdades proclama como necesaria la reinvención del venezolano, de uno que se debate entre una mirada resignada y un escepticismo intraducible a acción creadora.
El deterioro de lo social-político refuerza al venezolano en la incertidumbre. El peligro inminente es la pérdida de la voluntad que prefiere dejarse dirigir antes que desafiar de nuevo al pensamiento.
Seguimos viviendo sembrados en la trayectoria de lo pasado, una que conduce a ninguna parte. Hasta la forma de pensar sigue siendo la misma, en una especie de parálisis cerebral que nos impide comprender que debemos generar ideas que puedan producir una transformación de la realidad inmediata.
Estamos sin los amarres del pasado y sin una definición del porvenir. Es una auténtica contracción del futuro indefinido. Ante la intemperie el venezolano está tendiendo a sumirse en la simplicidad. Es necesario producir un desgajamiento de los viejos paradigmas o, para decirlo en otras palabras, se hace indispensable el brote de una nueva cultura.
Al futuro no se le pueden dar formas inmóviles. Al futuro se le da forma ejerciendo el pensamiento bajo la convicción de una voluntad instituyente en permanente movimiento. Es mediante el pensamiento que se puede afrontar el laberinto propio del siglo XXI.
Ha que poner sobre la mesa el argumento de la autonomía moral; esto es, resulta inaceptable que otros tomen las decisiones que afectan nuestras vidas bajo la invención de escaparates. Sólo ejerciendo los derechos se aprende a enfrentar la complejidad de los problemas en un país que ha excluido el pensamiento de su lista de prioridades.
Las decisiones a tomar son de fondo, no cosméticas por las circunstancias de los parapetos ni por la conversión de 2023 en un año de fuegos artificiales y de planteamientos vacuos que busquen los posicionamientos preelectorales.
Se ha anunciado un largo año de vida en el margen. Se ha definido un año de vida en los suburbios de la política. Se ha sentenciado el periplo de los condicionamientos. Aquí se ha proclamado el limbo extendido.
No se trata de “ser yo”. Aquí se trata del país del día siguiente, inabordable para estos cantores.
@tlopezmelendez
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