24 de noviembre de 2024 7:57 AM

“Terminator tenía más personalidad que cualquier personaje de esta película”: la BBC hace una crítica a la esperada secuela de Avatar

Han pasado 13 años desde que Avatar de James Cameron batió la marca en taquilla que él mismo había impuesto con Titanic, la película más taquillera de la historia en su momento. Pero ahora, después de más de una década de espera, Cameron ha vuelto a la luna selvática de Pandora.

La mente de Jake Sully (Sam Worthington) se ha instalado de manera permanente en el cuerpo azul de un alienígena Na’avi. Ahora es el jefe del clan y tiene cuatro hijos con su esposa Neytiri (Zoe Saldaña).

Pasan su tiempo holgazaneando en paños menores, pensando en lo felices que están.

De manera inevitable, su tranquilidad edénica y algo atrevida llega a su fin cuando naves espaciales del planeta Tierra llegan rugiendo de los cielos. Los invasores arrasan con kilómetros de selva en incendios apocalípticos, muy parecidos a los del principio de Terminator 2. Luego, pisotean lo que encuentran con unos exoesqueletos robóticos masivos, muy parecidos a los de Aliens.

Al poco tiempo se hace evidente que «Avatar: El Camino del Agua» es un popurrí de grandes éxitos de James Cameron: como indica su título, algunas secuencias llegan directamente de The Abyss o de Titanic.

En Avatar no nos hablaron mucho de Jake, pero sí se dejó claro que era un soldado sobreenergizado, así que escaparse en vez de ir a luchar contra Quaritch pareciera una decisión patéticamente cobarde, y poco alineada con el personaje.

Pero más importante aún, le roba a la narrativa la urgencia que le daban la seriedad de las consecuencias cuando estaba liderando a sus tropas contra los malos.

Cameron le pide al espectador que se olvide de los conquistadores genocidas que queman las selvas de Pandora mientras disfrutamos de las vacaciones de playa de la familia Sully.

Escena tras escena, Jake, Neytiri y su camada caminan por la arena y nadan en el mar radiante. Los Sully menores coquetean y tienen peleas con los niños sirena a través de diálogos rudimentarios hechos en su mayoría de los anglicismos «bro» (contracción de hermano) y «cuz» (contracción de primo).

Uno de los hijos de Jake conecta con una ballena solitaria. Y todos comparten clichés de hippies «new age», al tiempo que se dan lecciones solemnes sobre la historia y geografía de Pandora.

Te prometen una alegoría de la guerra de Vietnam con tintes de la emocionante ciencia ficción de Philip K. Dick. Lo que te ofrecen es la tierna e insípida historia de un niño y una ballena nadando juntos por las aguas.

Por supuesto que es linda y escénica, y se pueden ver claramente todas las obsesiones tecnológicas de James Cameron.

Hay gráficos por computador de última generación, 3D digital, claridad hiperreal y demás, pero estas herramientas tienden a sacarte de la acción, en lugar de envolverte en ella: así como son impresionantes los gráficos, la acción nunca se siente real porque está a mitad del camino entre una caricatura y una película de la vida real.

Y no es que «El Camino del Agua» se vea mucho mejor que Avatar, película que fue realmente impactante en 2009. Y en referencia a los diseños, nunca son tan mágicos como esos paisajes inspirados por Roger Dean que vimos cuando aterrizamos por primera vez en Pandora.

Uno de los problemas es el cambio de los bosques al océano. Los océanos de la Tierra están ya tan llenos de criaturas increíbles, que los que se inventaron Cameron y su equipo no sorprenden tanto. Es divertido, en el mismo sentido que en «La Sirenita» ver aun grupo de ballenas tatuadas de cuatro ojos, haciendo un ballet acuático; pero no es tan increíble como ver imágenes de una ballena real.

Esos interludios espectaculares también contribuyen al soporífero paso del filme. «El Camino del Agua» dura unos 192 minutos, media hora más que la Avatar original, pero, después de las escenas iniciales en las que los humanos aterrizan en Pandora, la trama apenas se ha movido hacia adelante.

Durante las tres horas, la trama es solo sobre los Sully yéndose en sus vacaciones familiares, Qaritch encontrándolos, y todos enfrentándose en una climática, pero pequeña batalla en el mar. Y ya. No hay estrategias militares complicadas, o conversaciones profundas o personajes matizados: Terminator tenía más personalidad que cualquiera en «El Camino del Agua».

Y cualquier tipo de tramas que no se relacionen con ballenas quedan inconclusas. Una de las hijas de Jake, por ejemplo, por alguna razón termina siendo la hija biológica de Grace (Sigourney Weaver), quien murió en la entrega pasada. Pero, ¿quién es su padre biológico? y, ¿cómo puede ella comunicarse de manera telepática con la vida silvestre de Pandora?

No te enterarás en esta película porque «El Camino del Agua» es ahora, de manera oficial, parte de una franquicia tipo «El Señor de los Anillos», que no se toma la molestia de sostenerse por sí misma.

Sí, hemos tenido que esperar 13 años para una secuela de Avatar, pero al parecer hay tres más programadas para estrenarse en 2024, 2026 y 2028.

Si «El Camino del Agua» es el ejemplo a seguir, no es un futuro prometedor, pero esperemos que Cameron use esas secuelas para referirse a un punto clave por lo menos: ¿cómo es que los humanos del siglo XXII pueden viajar hasta Alpha Centauri, en naves cargadas con robots y clones pero no han sido capaces de desarrollar vidrio lo suficientemente fuerte como para soportar el impacto de una flecha de madera?

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