La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés) define al dolor como ‘una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial’. A menudo se establecen diferencias entre el dolor crónico y el dolor agudo, ya que es una clasificación oportuna para distinguir fenómenos diferentes.
Por: El Espectador de Caracas con información de Mejor con Salud
En efecto, existen distinciones que permiten catalogar la experiencia de uno u otro lado. Al margen de las sensaciones personales (cada paciente tiene un umbral diferente de dolor), existen criterios objetivos que son útiles para hacer la clasificación. En las próximas líneas te enseñamos 6 diferencias entre el dolor crónico y el dolor agudo que debes conocer.
6 diferencias entre dolor crónico y dolor agudo
La mayoría de las personas asocian el dolor con algún problema subyacente. Salvando algunas experiencias (el dolor fantasma o el dolor psicológico), en la mayoría de los casos esto es así. A menudo desencadena otros síntomas como lo son debilidad, náuseas, mareos o somnolencia. Las experiencias crónicas pueden generar estrés, ansiedad e incluso depresión.
Existen criterios que nos permiten establecer diferencias entre el dolor crónico y el dolor agudo. Antes de enseñártelas, ten en cuenta que estas son solo orientativas, ya que solo un profesional puede hacer un diagnóstico según los episodios. Destacamos 6 principios que permiten hacer la distinción.
1. Desencadenante
De acuerdo con los investigadores, el desencadenante es uno de los criterios más sólidos para establecer diferencias entre el dolor crónico y dolor agudo. En efecto, el agudo es provocado por una enfermedad, condición o lesión en específico. Se trata entonces de un síntoma de una afección subyacente.
Por el contrario, el dolor crónico no es un síntoma; sino una condición en sí misma. Es por esto que se le suele denominar como un estado patológico, ya que no siempre se encontrarán causas que permitan determinar qué lo está generando. Muchos de los cuadros de dolor crónico se catalogan como idiopáticos (de causa desconocida).
Se suele definir al dolor agudo o leve como una reacción biológica útil. Se asocia a una activación del sistema nervioso simpático, de manera que opera como una señal de alerta para generar una reacción positiva. El dolor crónico no tiene una función establecida, de manera que en muchos aspectos sigue siendo un misterio para los científicos.
2. Duración
Otro de los criterios que permiten a los expertos encontrar diferencias entre el dolor crónico y dolor agudo lo encontramos en su duración. Los investigadores aconsejan diagnosticar como dolor crónico a aquellas experiencias continuas que llegan a los seis meses. Bajo este paradigma, el dolor agudo o leve es aquel que tiene una duración menor a este rango.
Es decir, puedes experimentar cuadros de dolor intenso sin una causa aparente durante dos meses, sin que esto implique que padezcas de dolor crónico. El criterio de durabilidad es muy importante, ya que es el que da sentido a su terminología (se entiende como crónico a aquello que se extiende durante un tiempo prolongado, no a la intensidad). Un paciente con dolor crónico suele lidiar durante años con la afección.
3. Intensidad
Aunque es un aspecto que no está exento de debate, la intensidad en ocasiones se usa para establecer diferencias entre el dolor crónico y el dolor agudo. Recuerda a pesar de ello que el criterio más importante es la durabilidad. Puedes padecer años de dolor crónico con episodios leves, o por el contrario días de dolor agudo con una intensidad intolerable.
Aunque no se cumple en todos los episodios, el dolor agudo por lo general es leve o moderado y el crónico suele ser moderado o intenso.
4. Diagnóstico
El dolor agudo suele tener una causa diagnosticable. Puede ser una enfermedad, un trastorno o una lesión, pero siempre habrá una afección subyacente que lo esté desencadenando. Esto no implica que sea fácil de determinar.
Este tipo de dolor puede aparecer después de una cirugía, traumatismos, trabajos dentales, trabajos de parto, quemaduras y demás. También se puede desarrollar por un centenar de condiciones no del todo evidentes. Veamos algunos ejemplos:
- Estenosis espinal.
- Ciática.
- Lesiones por compresión vertebral.
- Neuralgia occipital.
- Migraña.
- Artritis.
- Infecciones (como herpes zóster).
Estos solo son algunos ejemplos que sirven para visualizar que existen afecciones concretas que permiten catalogar al dolor como un síntoma o un efecto secundario a una condición central. Si bien el dolor crónico también se asocia a algunas enfermedades, el proceso diagnóstico y el tratamiento son más complejos.
5. Tratamiento
El dolor agudo se trata atacando a la condición que lo está provocando. Los medicamentos orales, las cremas y los ungüentos son el tratamiento predilecto de la mayoría de las afecciones. En algunos casos se puede optar por cirugías o remedios naturales. Cuando se reduce o se elimina su desencadenante, por lo general el dolor desaparece (aunque puede recurrir).
Por desgracia, no existe un tratamiento óptimo para el dolor crónico. Dado que se desconocen sus causas (la mayoría de las veces, al menos) los pacientes tienen que transitar por una variedad de opciones. Algunos encuentran mejoría con algunas de las ya mencionadas, aunque también se puede optar por alternativas como:
- Fisioterapia.
- Acupuntura.
- Estimulación eléctrica transcutánea.
- Inyecciones de anestesia o esteroides.
- Masajes.
- Terapia ocupacional.
- Meditación.
Cuando el dolor tiene componentes psicológicos, la terapia mediada por un especialista también puede tener efectos positivos. Muchos pacientes con dolor crónico se vuelven dependientes de ciertas opciones de tratamiento, lo cual puede llevarlos a abusar de su uso.
6. Impacto posterior
Como es de esperar, el dolor crónico tiene un impacto mayor en la vida de las personas. Su calidad de vida se siente en todos los aspectos, así como su relación con el dolor. Puede limitar sus experiencias sociales, deportivas, recreativas e incluso las más elementales del día a día. Caminar, agacharse o acostarse puede ser todo un reto para muchos.
Muchas veces, cuando se ha logrado a través del tratamiento disminuir o controlar los episodios, los pacientes evitan ciertas actividades por el temor a que el dolor regrese de nuevo. En general, no sucede lo mismo con el dolor agudo, ya que todos lo experimentamos un par de veces al año sin que limite de gran manera nuestra vida.
Aunque existen otros criterios para establecer diferencias entre el dolor crónico y dolor agudo, estos son los más relevantes desde el punto de vista práctico. Su duración y posibles desencadenantes son los mas importantes, de manera que los demás funcionan como complemento.