24 de noviembre de 2024 9:28 AM

5 muertes de famosos que siguen intrigando a Hollywood

La muerte siempre está al acecho. A la vuelta de la esquina, en el clóset de un costoso hotel o en el baño de una lujosa y desordenada mansión en Hollywood. La muerte siempre está a la espera, como el asesino que busca aventajar a su víctima para darle un final sin vuelta atrás.

Por: El Espectador de Caracas con información de Infobae

Pero, mientras algunas ocurren de manera natural, otras muertes estrellas están rodeadas de misterios y sospechas. Algunas permanecen irresueltas y otros, simplemente pasaron a la historia como episodios escalofriantes de la fama y la vida misma.

Brittany Murphy, ¿envenenada o víctima de un complot?

Ante los ojos de la prensa y de Hollywood, la muerte de Bittany Murphy el 20 de diciembre de 2009 fue el desenlace, por demás cliché, de una conocida película. Se especulaba que la estrella de cine había caído en las adicciones y que era víctima de un desorden alimenticio; todo aquello la habría llevado a la muerte.

Pero la realidad de la muerte de Brittany era mucho más compleja. Un entramado de circunstancias desfavorables y misteriosas. Desde un coctel de 14 fármacos distintos que se encontraron en la autopsia que se le practicó, una vivienda insalubre y la reacción retardada de sus familiares para llamar a los paramédicos.

Brittany había volado de regreso a Los Ángeles, California, luego de que tuvo problemas con el equipo de producción de una película en la que trabajaba. Regresó a casa con una fuerte infección en el sistema respiratorio que inmediatamente la tumbó en cama; después, todo fue en picada.

Aquella mañana de diciembre, cuando falleció, Brittany ya llevaba cuatro días postrada. Apenas podía respirar y sus síntomas, de acuerdo con el documental Autopsy: The Final Hours Of Brittany Murphy, incluían confusión y rigidez en el pecho. A pesar del malestar, la actriz que ganó fama en la aclamada cinta de los 90 Ni idea, insistía en no atenderse: estaba enclaustrada para evitar encontrarse con los paparazzi y crear un escándalo.

Quizá esa fue la gota que derramó el vaso. Expertos señalaron que, de haber sido tratada con antibióticos un poco antes, habría sobrevivido. Pero Murphy no fue atendida a tiempo y falleció en el Centro Médico Cedars-Sinai a los 32 años de edad. La causa oficial de su muerte: intoxicación por fármacos, una neumonía aguda y una deficiencia de hierro en la sangre por anemia.

Después de su muerte, se dispararon una serie de especulaciones sobre su deceso. Más allá de la anorexia y las drogas, que habían sido insistentemente negadas por ella en vida, algunos apuntaban a la posibilidad de un envenenamiento, pues habían encontrado grandes cantidades de metales pesados en el cabello de la actriz.

El envenenamiento explicaría los síntomas de la actriz durante sus últimas horas de vida. No obstante, después se explicó que la presencia de arsénico en el organismo de Murphy se habría debido a la tintura de cabello que llevaba en aquel momento.

El fallecimiento de su esposo, el fotógrafo Simon Monjack, cinco meses más tarde, añadió otra dimensión a la muerte de Brittany. Ambos murieron en circunstancias similares y sus familiares aseguraron que habían sido asesinados por una conspiración del Departamento de Seguridad de los EE.UU.

Aquello tendría fundamento en que el gobierno vio con desconfianza que Brittany formara parte en un juicio en donde se dio a conocer que las autoridades aduaneras aceptaban sobornos para permitir el ingreso a terroristas. Después de eso, ambos temían por sus vidas y tomaron medidas extraordinarias.

David Carradine: una práctica sexual arriesgada

Apenas se reportó que el actor David Carradine fue hallado muerto en una lujosa habitación de hotel durante su estadía en Bangkok el 3 de junio del 2010, comenzaron a surgir detalles de su escabroso deceso y lo que apuntaba a un asesinato o un homicidio, pronto dio paso a la verdad: un accidente erótico que le costó la vida.

El actor de 72 años fue encontrado por el personal de limpieza en una habitación del hotelSwissotel Nai Lert Park, con un cordón de nailon amarrado al cuello, a los genitales. Pronto, la primera hipótesis policial apuntó a que ‘Bill’, en la cinta de Quentin Tarantino Kill Bill, había decidido quitarse la vida.

No obstante, aunque David había contado de un intento de suicido años atrás, la familia negó rápidamente esa posibilidad. Dicho escenario abrió camino a otra posible causa de muerte: un homicidio.

“Creo que fue asesinado, que fue el objetivo de alguien. Alguien que entró a la habitación sin permiso. O puede que se aburriera, fuera al pueblo y trajera a alguien a la habitación. No creo que estuviera solo”, dijo Marina Anderson, esposa desde 1998 hasta 2001 del actor.

Aquello quizá tuvo sustento en una huella que encontraron las autoridades sobre las sábanas que cubrían la cama en donde dormía el actor. Al mismo tiempo, mientas se hacían las investigaciones correspondientes, las fotografías del cuerpo de Carradine se filtraron a la prensa tailandesa.

En ellas, aunque se habían ensombrecido, se podían ver algunos distintivos del actor. Sus tatuajes en la parte inferior del cuerpo, y, sobre todo, llamaba la atención los pies del actor. Por el estado en el que estaban, los expertos inferían que llevaba varias horas muerto antes de que lo encontraran.

Tiempo después, la investigación policial demostró que nadie había entrado a la suite del hotel y que no había rastros de que David hubiera luchado por su vida: “No hay rastro de lucha en la habitación del hotel y la habitación estaba cerrada por dentro. Tampoco hay señales de magulladuras en el cuerpo, parece que su muerte fue resultado de un accidente mientras se masturbaba”, informó entonces la policía metropolitana de Bangkok.

Elizabeth Short: el asesinato más sádico bajo el cielo de Hollywood

Mucho se ha escrito sobre el asesinato y vida de Elizabeth Short. La mujer que buscaba la fama y cuyo asesinato fue tan brutal que sigue inspirando piezas en la cultura pop y el mundo del entretenimiento. Pero detrás que aquel nombre, “La Dalia Negra”, estuvo una mujer de tan solo 22 años cuyos sueños se vieron frustrados por un sádico hombre que la cortó por la mitad.

En 1947, el sueño de Elizabeth de triunfar por su indiscutible belleza, de cabello negro y ojos azules profundos, se veía cada vez más lejos. Antes había probado suerte al sur de California, en donde vivió con su padre después de despedirse de su familia en Boston, y en Florida. Pero no había llegado a mucho.

Ahora, vivía en hoteles baratos y pensiones de la ciudad de Los Ángeles. Justamente fue en uno de esos lugares en donde se le vio por última vez. El 9 de enero de 1947, Elizabeth, o “Beth” como la llamaba su familia, fue vista en el bar del Hotel Cecil. A las diez de la noche dejó el recinto y seis días después, su cuerpo fue descubierto por una mujer que lo confundió con un maniquí roto.

No había ni una gota de sangre en el lugar, el cuerpo había sido seccionado por la mitad y la habían drenado la sangre en su totalidad. Al cadáver le hacían falta tantas cosas; le habían arrancado el brazo, el corazón y los intestinos. Tenía mutilado el pezón izquierdo y en la vagina tenía un trozo de su cuerpo. El rostro tenía una cortadura desde la comisura de los labios hasta las orejas.

Asfixiada, con las piernas fracturadas y marcas en las muñecas y tobillos; todo aquello indicaba que la habían torturado hasta la muerte. Entonces en Los Ángeles hubo una fuerte conmoción. La policía tomó el caso, pero no tuvo muchos avances para encontrar al asesino, quien, por demás sádico, se comunicaba con ellos para darles alguna pista y sacudir el caso.

No se sabría hasta muchos años después que la policía sí sospechaba de un hombre que, hoy se cree, habría torturado y asesinado a Beth y a un par de mujeres más: el médico cirujano George Hodel.

En 1999, Steve Hodel, detective de homicidios de la ciudad californiana, descubrió unas fotografías de una mujer muy parecida a Beth entre las pertenencias de su progenitor que ya había fallecido. En las instantáneas, una mujer de ojos azules y cabellos negro, posa con una corona de flores, mirando hacia el suelo.

Steve empezó a atar cabos. La cercanía del consultorio de su padre al hotel en donde se vio a Short por última vez, la meticulosidad de su tortura y el conocimiento anatómico que se requería para llevar a cabo una práctica así, el parecido entre la caligrafía de su padre y la de las cartas que habían llegado a la policía para reactivar el caso.

Además, del comportamiento de su padre y las reuniones sexuales que solía organizar con jóvenes aspirantes a la fama que buscaban destacar en la farándula de Los Ángeles en su mansión millonaria, Swoden House. Incluso, logró reunir testimonios que emparejaban a Elizabeth y George, según relató en el libro El vengador de la Dalia Negra.

Todo apuntaba a que su padre, quien ya había sido señalado como depredador sexual por su medio hermana Tamar Hodel, era el homicida. Los detectives a cargo del caso también habían sospechado de George así que lo vigilaron desde el 18 de febrero de 1950 hasta el 27 de marzo de 1950 y consiguieron una cinta en la que confesó el crimen, que fue recuperada por Steve en 2001.

En la cinta, lograda a partir de una intervención en el teléfono fijo de la mansión, George decía: “Date cuenta de que no había nada que pudiese hacer, puse una almohada sobre su cabeza y la tapé con una sábana. Conseguí un taxi. Murió a las 12:59. Pensaron que había algo extraño. Bueno, ahora pueden haberlo descubierto. La maté.”

En otro momento, afirmaba: “Suponiendo que matase a la Dalia Negra, no pueden demostrarlo ya. Ya no pueden hablar con mi secretaria porque está muerta”. Y tenía razón, el médico escapó a la justicia y falleció impune por las atrocidades que cometió. Entre ellas, según sospecha Steve, el asesinato atroz de al menos otras tres mujeres.

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